A Miko Yotsuya le lloran los ojos mientras se fija en un único punto de su teléfono; ignora otro monstruo espantoso y horrible que está en su cara, pronunciando las inquietantes palabras: «¿Puedes verme?» Hasta ahora, Miko disfrutaba de sus días de instituto sin pretensiones, en los que los programas de terror nocturnos sólo servían como forma de entretenimiento.